La ciudad de Bucaramanga surgió como núcleo urbano jurídicamente reglado, sólo hasta el ocaso del periodo colonial. El 22 de diciembre de 1622, el presbítero Miguel de Trujillo y el juez poblador, Andrés Páez de Sotomayor, por comisión del oidor, levantaron un acta dando por terminada la iglesia y sacristía del lugar, a la que dieron el nombre de Real de Minas de Bucaramanga, donde luego de celebrar la misa, repartieron los resguardos entre los indígenas de las distintas encomiendas, con límites muy similares a los que actualmente se han fijado en el área metropolitana.
El parque ha poseído una importancia religiosa y escatológica al estar ubicada en el sector donde se levantaron los cementerios del municipio, conllevando a su frecuente adecuación y mejoramiento de su entorno. En 1987 se dio inicio a la construcción del Parque en honor del Sacerdote Francisco Romero. El 20 de Julio, al cumplirse un siglo de la Independencia de Colombia fue inaugurado el parque junto con el obelisco, tributo a la memoria de los mártires Santandereanos de la independencia de Colombia. A pesar de que la guerra de los mil días representó la desdicha, una pausa en el apresurado desarrollo al que la ciudad se había abocado, la ciudad se reactivó y retomó su camino con importantes proyectos comerciales que dinamizaría su economía. De esta manera el Parque Romero se constituye como un referente histórico de la ciudad. Su valor estético, simbólico e histórico preserva la memoria colectiva, urbana y cultural de los santandereanos.